Friday, December 29, 2006

Homily for Sunday, December 31 (in Spanish)

LA SAGRADA FAMILIA – (Lc 2)

Tal vez ustedes ya se hayan preguntando ésta. Trata del tema en que muchos piensan al fin del año. La pregunta es: “¿Qué voy a hacer en el año próximo para vivir mejor?” Sí, ya es tiempo para hacer los propósitos del Año Nuevo. A lo mejor nos hemos prometido que vamos a hacer más ejercicio. Posiblemente nos hayamos dicho que nos falta estar más tranquilos en el transito. Pero antes de que terminemos la lista, que consultemos el evangelio hoy. Sugiere algunos modos excelentes para vivir de acuerdo con nuestros valores más íntimos.

El evangelio empieza con María y José llevando a Jesús a Jerusalén para la fiesta religiosa de la Pascua. La Sagrada Familia es sagrada precisamente porque cumple sus deberes a Dios. No debemos fallar en esto. Asistir en la misa dominical debe ser considerado una prioridad tan alta como lavar la cara en la mañana. La práctica define quienes somos – cristianos católicos. Más importante, cumple nuestro deber a Dios, que nos da la vida.

El evangelio enfatiza que el niño Jesús crece en la sabiduría. Deberíamos esforzarnos para la misma cosa. No crecemos en la sabiduría por mirar mucha televisión. Uno no tiene que ser psicóloga para calcular que mucha televisión puede deteriorar el bienestar. No, para crecer en la sabiduría debemos leer más y dialogar con la familia lo que leemos. Cuando la familia se reúne para comer, se debe apagar el televisor para hablar con uno y otro.

Sin embargo, la familia no es toda cosa. En el evangelio, Jesús reclama una relación que supera la de la familia terrenal. Dice a María y José: “¿No sabían que debo ocuparme con las cosas de mi Padre?” Por supuesto, su “Padre” aquí es Dios. Nosotros también debemos preocuparnos con las cosas de Dios. No tenemos en cuenta aquí solamente acciones en la parroquia sino también por los necesitados. Ciertamente las necesidades de los pobres quedan cerca el corazón de Dios de modo que sirvamos a Dios cuando las atendemos. Por eso, debemos estar planeando lo que vamos a hacer por otras personas durante el año entrante. Tal vez conozcamos a un anciano que necesita la ayuda para ver al doctor.

Finalmente, dice el evangelio que Jesús sigue sujeto a la autoridad de sus padres terrenales. Queremos imitar al Señor en esto también. Sin duda, muchas veces es difícil. A veces ustedes muchachos no quieren informar a sus padres de donde van. Dicen que sus padres no les confían. ¿Es cierto? O ¿es que sus padres solamente quieren conservarles de los errores dañinos. También, nosotros adultos tenemos obligaciones a nuestros padres. Una mujer de ochenta y cuatro años está muy agradecida de la llamada diaria de su hijo. Aún cuando él está fuera la ciudad, la telefonea. Esto sería un propósito ambos factible y gratificante para el Año Nuevo.

En la Navidad renovamos nuestros roperos. Parece que siempre recibimos una camisa que llevamos por el año entrante con felicidad. Así, el Año Nuevo es el tiempo para renovar nuestro comportamiento. Tenemos que preguntarnos ahora, “¿Qué voy a hacer en el año próximo para vivir mejor?” Con la respuesta queremos servir a Dios y crecer en la sabiduría. Éstas deben ser las prioridades más altas para el año nuevo. En 2007, que sirvamos a Dios y crezcamos en la sabiduría.

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